Ho diuen les cròniques: Peralada. Una orquestra en el nom de Goethe. Tu, l'altre, ets jo. Ni sol ni mitja lluna: els aplaudiments de la pluja; discurs musical interromput.
Som-hi.
El 1999 l'escriptor palestí Edward W. Said i el músic d'ascendència jueva Daniel Barenboim organitzen a Weimar un taller musical amb músics israelians, àrabs i alemanys. Els matins, per a la música: Barenboim; les nits, per a la paraula: Said. Israel en l'encontre dels assajos matiners; Palestina en el desencontre dels debats nocturns. El sol i la mitja lluna a la cerca d'un punt de contacte; podria haver estat un capvespre, però va ser una albada, la de la West - Eastern Divan Orchestra. El nom és la traducció anglesa del llibre de Goethe Westöstlicher Diwan (El divan d'Orient i Occident), que Said va definir com un conjunt de poemes únics en la història de la cultura europea. (N'hi ha cap traducció al català?)
Els biògrafs de Goethe diuen que l'escriptor començà a estudiar àrab després de rebre una pàgina d'Alcorà, regal d'un soldat alemany que havia lluitat a la guerra de la independència espanyola. I que l'aprenentatge el dugué a la poesia persa, la llavor del Diwan.
La West - Eastern Divan Orchestra té avui la seu permanent a Andalusia, un dels territoris que gaudeix de la denominació d'origen de punt de trobada europeu de les cultures jueva, cristiana i musulmana. De Catalunya en podem dir el mateix. Sí, quina gran oportunitat ha perdut aquest país d'arrecerar de l'esterilitat el Fòrum de les Cultures!!
Ara, quan l'orquestra de Barenboim, de gira per tot el món, hi ve de passada, ni el temps acompanya. Ho diuen les cròniques: Peralada. Una orquestra en el nom de Goethe. Tu, l'altre, ets jo. Ni sol ni mitja lluna: els aplaudiments de la pluja; discurs musical interromput.
Somni.
EL SOLDaniel Barenboim:
(*) Lo que a mí me parecía extraordinario era la ignorancia que existía respecto al "otro". Los chicos israelíes no podían imaginar que hubiera personas en Damasco, Amán y El Cairo que fueran capaces, realmente, de tocar el violín o la viola. Creo que los músicos árabes sabían que había vida musical en Israel, pero no conocían mucho de ella. Uno de los chicos sirios me dijo que nunca había conocido a ningún israelí antes; para él, un israelí era alguien que representa un ejemplo negativo de lo que puede pasar en su país y en el mundo árabe.
El mismo chico se encontró compartiendo atril con un violonchelista de Israel. Trataban de tocar las mismas notas, con la misma dinámica, con el mismo movimiento de arco, con el mismo sonido, con la misma expresión. Trataban de hacer algo juntos. Es así de sencillo. Bien, una vez conseguido, ya no pueden mirarse de la misma manera, porque han compartido una experiencia común. Y para mí, esto es, de verdad, lo importante del encuentro. (...)
Creo que en cuestiones culturales -con la literatura y, aún mejor, con la música, porque esta no tiene que ver con ideas explícitas- fomentar este tipo de contacto solo puede ayudar a que las personas se sientan más cerca unas de otras. Eso es todo.
LA MITJA LLUNA
Edward W. Said:
(*) Un violinista libanés explicó:"El problema es que por la noche, cuando acaba el programa, por lo general a eso de las once, un grupo nos reunimos para improvisar música árabe". Me volví hacia el primer chico y le pedí que explicara el problema. "Soy albanés. Soy de Israel, pero soy de origen albanés y soy judío, y me dijeron: No puedes tocar música árabe. Sólo los árabes pueden tocar música árabe". Fue un momento extraordinario. Planteó la cuestión de quién podía tocar música árabe y quién no.
Ese era uno de los problemas. Y luego, claro, vino la siguiente pregunta: "Oye, ¿y qué te da derecho a tocar Beethoven? No eres alemán." Así que el debate no iba a ninguna parte. Había un violonchelista israelí entre el público, que además era soldado, y le costaba hablar en inglés, así que Daniel (Barenboim) le pidió que hablara en hebreo. más o menos dijo: "Estoy aquí para tocar música. En realidad, no estoy interesado en lo que estáis tratando de imponernos con estos debates sobre cultura. Estoy aquí para hacer música, no me interesa nada más y me siento muy incómodo porque, quién sabe, quizá me envien a Líbano y tenga que luchar contra algunos de los que están aquí". Daniel le preguntó: " Si estás incómodo, ¿por qué no te marchas? Nadie te obliga a quedarte.". Al final acabó quedándose.
(*) Paralelismos y paradojas.
Daniel Barenboim, Edward W. Said.
Debate.2002
Traducció: J. J. Pérez Rodríguez.
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