Això, malauradament, només és literatura:
No pongas tus sucias manos sobre Mozart
El viernes 14 de marzo de 1980 fue un día histórico para este hombre, un tipo de izquierdas, padre de familia que se liberó de sus hijos. Y al mismo tiempo se sacudió el terror de que alguien le pudiera llamar reaccionario. Él estaba estudiando un informe del partido acerca de los índices de paro. El sonido de Led Zeppelín hacía vibrar las paredes maestras del piso. Fue cuando su hija salió de la leonera con el pelo grasiento y los dedos amarillos de nicotina, cruzó la sala, se dirigió a la biblioteca con la pretensión de llevar a sus compinches la Sinfonía número 40 de Mozart. El hombre no sabe explicar bien qué dispositivo le hizo saltar. Otras veces su hija también le había llamado carroza. Pero en esta ocasión aquel ciudadano tan fino y progresista le arreó una bofetada, se lió a golpes con todo dios y se deshizo el misterio. Echó de casa a patadas a aquella panda de golfos. Y hasta hoy. Este ciudadano es un buen hombre de izquierdas ya liberado.
Manuel Vicent
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